Son las 9:00 AM. Todavía no me voy al trabajo, después del agotador día de ayer con la prensa, el gobernador de Baja Sajonia y demás personajes. Degusto un café de olla en una taza de barro. Suena el timbre. Skonja habla por el interfón y abre la puerta. Se oyen pasos en la escalera y se detienen frente a nuestro departamento. Skonja abre la puerta, agradece y la vuelve a cerrar. Con un grito de sorpresa me dice ¡es un paquete para ti!
Y sí, era un paquete para mí. Venía desde México y el remitente era el IFE. Se trataba de mi boleta para votar, junto con un cuadernillo sobre los candidatos y dos discos compactos (con sus últimos hits: Hacia el tercer piso del periférico, Los Milagros de San Jelipe y Ahi te dejo un Madrazo Pintado). Ya mi señor padre me había dicho la semana pasada que los del IFE habían ido con él para corroborar mis datos.
Me sentí como si hubiese recibido una pieza de colección sabiendo la millonada de pesos que le ha costado a la Nación hacerlo posible. Finalmente parece que si podré votar en las próximas elecciones.
En el trabajo, hoy también, he emitido ya mi voto para elegir un nuevo comité de empresa (Betriebsrat). No cabe duda que son tiempos de elecciones.