Renacer

El verano es ya un recuerdo.

Mientras tomo un espresso sentado junto a la baranda degustando el dorado de lo días otoñales, pasan por mi mente a gran velocidad las imágenes de todo lo acontecido en los últimos meses:

El mundial de futbol, la alegría colectiva de la victoria, la desilusión por la derrota, la visita de Miguel Ángel, las historias de «Don Pinto y Pintito», los «gatitos» en Berlin llegando a romper la piñata, la transformación de una goliza once a cero en un empate cinco a cinco, mi cambio de área en el trabajo de desarrollo a la investigación…. y muchas otras cosas mas.

Durante éste intenso periodo he intensificado mis nexos con personas que son muy importantes para mí, y al mismo tiempo, otras se han separado sin decir palabra, lo que no deja de causarme dolor.

¿Qué son las despedidas? Hay despedidas que son inevitables, es decir, son esperadas y por tanto no duelen. Por ejemplo la recepcionista del hotel en Praga de quién me despedí para siempre con un «!hasta la próxima!» y a cambio me regaló una sonrisa por ingenuo. No obstante, hay otras despedidas que parecen normales. Uno se despide de alguien pensando verlo al däia siguiente, o en una semana, pero resulta que ha sido la despedida definitiva en ésta vida.

Ciertamente, cada vez que uno se despide, muere un poco.

En éste día especial, en que en 1811 nació Franz Liszt y en 1973 muríó el gran chelista Pablo Cassals, un día de principio y de fin, opto por un nuevo comienzo y vuelvo a renacer en la tlapalería.