La primera vez que escuché la palabrita fué de un cubano. Me dijo: “tenemos que apurarnos para alcanzar la guagua”. Desde entonces me pareció singular y llena de fuerza propia. Me imaginaba que era una especie de dromedario exótico empleado para atravesar las áridas comarcas….
En Tenerife volví a encontrar el vocablo. Hoy en día son modernos medios de transporte incluso con pantallas electrónicas que anuncian la siguiente estación. En una de esas pantallas fué donde leí la frase: “Bienvenidos a la guagua”. Buscando la forma de viajar por la isla (sin un auto) llegué hasta un edificio que ostentaba en todo lo alto el letrero “Central de guaguas”. Pensaba que la palabra era simplemente un mote, pero me hizo mucha gracia verla escrita.
Se trata de una expresión que los peninsulares no emplean. Es una peculiaridad que los canarios comparten con los cubanos.
La primera pregunta que me hacían los compañeros de trabjo cuando les contaba que iría a Tenerife era: ¿van a rentar un auto para viajar por la isla? En su momento me parecía normal. Parece tener un estrícto sentido práctico. Ahora lo observo como algo muy alemán por un lado, y representativo de una sociedad que le rinde culto al automóvil como armadura de acero, símbolo de status y divisa de autonomía.
Durante mi paso por el instituto Goethe en México, me había forjado la imagen de una sociedad alemana con una conciencia ecológica muy desarrollada. Me imaginaba que, en comparación con México, no existía una obsesión por poseer un auto, ya que era factible usar la bicicleta por ejemplo. Incluso ese pensamiento me llevó a reducir el uso del carro empleando transporte público y bicicleta. Esto último puso de verdad en peligro mi vida, ya que en México no existe ni la cultura ni la infraestructura para usar la bicicleta como medio de transporte.
Ahora pienso que Alemania es la Meca del culto al auto. Éste no se basa, como en México, en la diferencia clasista de quienes no tienen los medios para aduirir un Auto, y quienes si lo pueden hacer. Más bien se basa en que que el auto es el máximo icono de valores impregnados en la mentalidad alemana: independencia, aislamiento, comodidad, y reverencia a la técnica como pragmatismo. Además no hay que olvidar que la industria automotriz es literalmente el motor de la economía alemana. Ello podría ser la razón de no tener límite de velocidad en algunas autopistas, para tenderle una pista de pruebas a los modelos de autos modernos, y así fomentar su consumo.
Hoy en día el automovil tiende a perder su sentido práctico, por la gran cantidad de vehículos que existen. No se puede seguir considerando como opción de transporte única. La modernidad ha alcanzado al auto en la forma de tener que combinarlo con otros medios. Si no se hace así perderá su sentido práctico.
No obstante, todas las otras bondades viven indelebles en la mente de quienes lo veneran incondicionalmente.
Bastaba mirar el estacionamiento del hotel dónde me alojé en Tenerife para percatarse que estaba repleto de alemanes: Durante el desayuno por las mañanas varias hileras de autos idénticos rebosaban sobre él. Durante el día se esfumaban para llegar en caravana antes de la cena.
Casi todos ellos se perdieron entonces la experiencia de montarse en la guagua. Concuerda con lo que observé desde la perspectiva guagüense: los menos turistas viajando en ese medio eran alemanes.
¿Se puede vivir sin auto hoy en día? Durante mucho tiempo en México pensé que no, pero me quivocaba A pesar de que en mi papel contribuyo al desarroll tecnológico, me gusta vivir sin televisión, sin teléfono celular y sobre todo sin Auto. Ésta última gran irreverencia al país de los autos ha incrementado notablemente mi calidad de vida. Cuándo me mudé de Stuttgart a Braunschweig, busqué un departamento ubicado estratégicamente, cerca del centro de la ciudad, y a 10 minutos al trabajo caminando por un parque.